“Necesitamos más gente valiente sin miedo a ser felices”


Hola me llamo Diego, tengo 19 y soy de la parroquia del Espíritu Santo de Logroño.

Tan solo llevo unos pocos meses en el Seminario, por lo que todavía me queda mucho por vivir y conocer en este camino que el Señor ha elegido para mí.

Me considero un chaval totalmente normal, como cualquier joven de La Rioja, y jamás pensé que acabaría siendo seminarista.

Las enseñanzas que el Señor ha realizado en mi corazón, a la luz del Evangelio, las considero como la de los apóstoles: en un principio no tenían absolutamente ni idea de lo que Jesús esperaba de ellos, no entendían ni palabra de lo que Él decía, tan solo intuían que algo grande les esperaba. No fue hasta Pentecostés, cuando ellos recibieron el Espíritu Santo y vieron la belleza de las enseñanzas del Maestro, Allí empezaron a comprender todo.

A mí me ocurrió algo similar. Yo sentí la llamada de Dios, pero no sabía ponerle nombre. No fue hasta casi un año más tarde, cuando vi claramente qué me estaba pidiendo el Señor, y pensé… ¡está loco, esto no tiene sentido alguno! Rápidamente me puse en camino. Yo no quería dar respuesta a esa llamada, pero me fue imposible rechazarlo. Con la ayuda de un sacerdote amigo, quise poner nombre a esa locura que estaba viviendo y, en cierta medida, todavía no la puedo llegar a entender.

Cuando lo dije en casa, gracias a Dios me apoyaron, fue una sorpresa no una desilusión. Hablé con mis padres y les dije, tras mucho dar vueltas y vueltas: “Mamá, papá, acabo de terminar bachillerato y la EBAU, y sabéis que siempre he querido estudiar INEF, pero no, tras meditarlo en profundidad, quiero ir al Seminario”. Su respuesta fue muy acertada, cosa que no me sorprendió, y me dio una gran tranquilidad: “Hijo, no tengas miedo, nosotros te apoyamos en cualquier decisión que tomes, solo te pedimos que no la tomes a la ligera y lo que quieras hacer lo hagas bien.”

Pero no os creáis que fue una decisión fácil hasta que entré en el Seminario. Estuve muy nervioso y con bastante miedo. Todavía tenía que decírselo al resto de mi familia y amigos. Tuve la tentación de decir: “Yo no pienso complicarme la vida”. Pero no. No cedí y un 6 de septiembre del 2020 entré por primera vez a vivir al Seminario en Burgos, ya que al estar la Facultad de Teología allí, residimos entre semana con nuestros hermanos burgaleses.

Al principio fue bastante duro y a penas conocía a nadie. Me costó unas semanillas adaptarme, pero a día de hoy es la mejor decisión que he tomado nunca. La paz y alegría que tengo en el corazón no la cambio por nada y todos mis miedos eran infundados. La vida en el Seminario es, al fin y al cabo, una vida de familia. Contamos todos con todos y nos queremos como hermanos.

Os invito de corazón a que nos ayudéis con vuestras oraciones, que son lo más valioso que tenemos. Necesitamos más gente valiente sin miedo a ser felices. Si tenéis cualquier tipo de inquietud vocacional, os invito a que habléis con un sacerdote de confianza que pueda poner palabras a eso que sentís, y también por su puesto, que os pongáis en contacto con nosotros. Estamos para ayudaros y serviros en todo.

 

¡Un abrazo y hasta siempre!